En un núcleo de artistas, del que es resultado de siete generaciones, Antonio Ayala pasó una infancia queriendo tener su lugar en el mundo creativo, traduciendo pensamientos en materia tangible y realidad efectiva.
Nuestro artista Mexicano, originario del pequeño estado de Tlaxcala, ha dedicado su vida a defender el estudio de las técnicas antiguas, mismas que lo acompañan con argumento sólido en su camino.
Construyendo la realidad e imitando el paso de los grandes maestros, en la academia de Antonio Ayala hay un lugar importante para la investigación, el análisis plástico de los que serán sus pilares durante su trayectoria artística.
No solo un impasto bien logrado, no solo las veladuras dando la sensación de brillantes gamas tonales, no solo una técnica bien efectuada. El manejo de los materiales de Antonio Ayala, comprometen a ese infante y su andar por la Historia del Arte. Influenciado por la volumétrica renacentista y el claroscuro del barroco, creando en cada una de sus obras ese espacio de crítica entre el concepto y las realidades, entre sus sueños diurnos y el detallismo de su pincel, provoca que el espectador tenga necesidad de ese análisis que encontramos en una obra como las de Rembrandt, Caravaggio, Velázquez.
A partir de su primera exposición pictórica a los 15 años de edad y su inquietud por mostrar su obra a todo el mundo, el mexicano comenzó a ganar público y al haber expuesto en distintos países, logró provocar 5 años después, el interés en los espacios expositivos de la ciudad de Nueva York.
Define su arte como un mensaje metafórico capturado a través de la simplicidad estética.
Actualmente, representa la realidad en su obra, por muy retórica que parezca, pero con un impacto social, que sensibilice y permita un debate entre el personaje, su experiencia a través de un escenario llamado “vida” y su constante evolución.
En su experiencia propia en la vida, se permite darle a su trabajo, la interpretación necesaria que quiere compartir para sensibilizar, asombrar y enamorar.